martes, 3 de noviembre de 2009

El reality show en España. Definición, Características, Tipos y Claves del éxito. Cine y reality show. Bibliografía (Parte III)

CLAVES DEL ÉXITO DEL REALITY SHOW

Roman Gubern afirmaba en Medios icónicos de masas allá por 1997: “En la programación de la televisión generalista suele primar la ley del mínimo esfuerzo psicológico e intelectual y de la máxima gratificación emotiva. La generalización del uso del mando a distancia ha tendido a acentuar la inestabilidad de las audiencias, a invitar a la exploración errática de la oferta (zapping) y a primar con ello los estímulos sensacionalistas capaces de captar su atención instantánea”. Diez años después podemos afirmar que la ley del mínimo esfuerzo no es sólo por parte de la audiencia, sino también por parte de los emisores del mensaje televisivo. La televisión es un medio que por su inmediatez, actualidad y el avance rápido y descontextualizado de imágenes, no facilita el análisis de los acontecimientos. ¿Qué esperar de un género que dice mostrar la realidad y a la vez presentar la realidad como espectáculo?

Si ya de por sí, como afirmaba Pierre Bordieu, el principio de selección por parte de la profesión periodística consiste en la búsqueda de lo sensacional, de lo espectacular y a esto se suma que la televisión incita a la dramatización, en un doble sentido: escenifica en imágenes, un acontecimiento y exagera su importancia, su gravedad, así como su carácter dramático, trágico. En el caso del reality show se llega a culminar esta apreciación de Bordieu. En este género lo que se pretende es hacer espectacular la realidad más banal. Y para conseguir esto, se debe recurrir a explotar las pasiones primarias hasta la extenuación.

Ahondar en la intimidad de los famosos y fisgar en las vidas ajenas, incluso involucrarse en la vida privada de personas anónimas cuya existencia es similar a las nuestras, son dos caras de la misma moneda. La gente ha perdido el pudor tanto en relación a mirar como a ser mirado. Una ola de voyeurismo continuo e indiscriminado se ha cernido sobre la sociedad.

Las cámaras están por todas partes: en los bancos, el metro, las calles, las alcobas. No hace falta disponer de reporteros gráficos para llegar a la noticia, la noticia está siempre ahí donde estén las cámaras en todo lugar y tiempo, filmando la realidad, captándola y, sobre todo, produciéndola. La vida se ha convertido en una telenovela interminable o un suceso de interés continuo e incesante. Es, afirman, la vida en directo, sin imágenes falsas y sin protagonistas falsos. ¡Qué importa si se incide sobre determinados aspectos para suscitar expectación! Confesiones inconfesables, exhibición de miserias, insultos, agresiones, comportamientos violentos, situaciones morbosas, etc. Todos permanecemos expectantes porque sabemos que en algún momento se producirá el escándalo y que éste superará al anterior. Bienvenidos todos estos aderezos si alientan la curiosidad y, sobre todo, si aumentan los ratios de audiencia.

Dicen que es el público el verdadero protagonista de las historias, un público que se identifica con los personajes anónimos que aparecen en pantalla, pero en muchas ocasiones es ese mismo público el que se mofa de las situaciones y de los protagonistas ya se trate de famosos o personas anónimas. Pero lo cierto es que el circo funciona y que ese voyeurismo enfermizo va calando cada vez en más capas de la sociedad y que los programas de telerrealidad van invadiendo cada vez más el espacio y el tiempo televisivos.

Los reality show tienen tantos seguidores fanáticos como detractores. No hay más que ver las webs de los programas donde los participantes defienden a vida o muerte a sus favoritos o les siguen la pista las 24 horas a través de Internet, incluso pagando por ello. Las cadenas de televisión han empezado a crear nuevas fórmulas de captación y mantenimiento de la audiencia ofreciendo nuevos canales para la participación del público, ahora ampliando su campo de acción en Internet. Así, las web de cada programa, cuentan con fotos, vídeos, podcast, blogs, canales de voto, etc. En los realities continuamente se pide la participación del público para votar por el candidato preferido o para echar al odiado del programa. Las llamadas telefónicas y los SMS son una parte muy importante del negocio. Lo cierto es que el seguimiento de la vida de unos personajes anónimos entendidos como individuos aislados o el uso del voto para estas nimiedades, parece querer desplazar o sustituir a la verdadera participación en asuntos de importancia real. La telerrealidad homogeneiza, banaliza, conforma y despolitiza pues la participación social y los deseos de intervención pública en asuntos de verdadero calado e importancia democrática, se canaliza hacia la realidad irreal de estos programas. Un filón que los realities también comienzan a explotar, haciéndose ahora eco de las causas solidarias y humanitarias para justificarse, o de las causas ambientales. Sin embargo, el formato del reality show impide el análisis de los hechos sociales en profundidad. Considera a las audiencias como seres incapaces para la comprensión de los hechos si se le presentan como un discurso argumentado y articulado, por eso les sirven los acontecimientos banalizados, vulgarizados y en crudo, creyendo que la única manera de que entiendan (y atiendan) es formando parte del show e identificándose con los personajes mediocres que aparecen en pantalla. Se entiende la realidad no como algo que hay que analizar y comprender, sino como algo que hay que vivir, como si esa realidad banal y maquillada fuera la realidad real.

El éxito y generalización de los reality show también se debe a que han sido promovidos y desarrollados porque se trata de productos de bajo coste en cuanto a su producción. Sin estrellas que cobren altos cachés, sin escenografías complejas ni medios técnicos complicados, son programas de barata factura para las productoras. Además, en el mercado global existen muchos formatos entre los que elegir y las fórmulas son fácilmente adaptables a los mercados televisivos locales.

Las series televisivas de ficción son cada vez más sofisticadas y caras y algunas llegan a tener la factura (en ambos sentidos) de un film cinematográfico. Además, este género ofrecía cierta saturación. En este sentido, los reality shows han sido un buen filón para renovar las parrillas de las programaciones televisivas, aunque lo cierto es que existe ya cierta homogeneización y saturación de telerrealidad, por más que se inventen nuevos ingredientes para remozar o combinar los formatos. La única manera de mantener la audiencia es rizar aún más el rizo de la espectacularidad y la expectación con el fin de seguir alentando esa fascinación morbosa que nos induce a “seguir mirando”.

Es por eso que cuando ya parecen haberse sobrepasado todos los límites posibles, llegan otras fórmulas cuyo tratamiento va todavía más lejos. Por ejemplo, existía en proyecto un documental que tenía por objeto reunir a los Jackson Five, aunque nunca contó con la aprobación de Michael Jackson. Tras el fallecimiento del rey del pop, este proyecto se presenta ahora en forma de reality show con la participación de los hermanos e hijos del cantante. Y la A&E que lo emitirá, ya ha afirmado que incluirá las reacciones de los familiares ante la muerte de Jackson. (El duelo de los Jackson, en un reality http://www.telecinco.es/telemania/detail/detail15728.shtml)
Y para transgredir un poco más allá, en Turquía se está emitiendo un concurso Los arrepentidos en el que varias confesiones religiosas tratarán de convertir a 10 ateos a su respectiva fe. En este caso competirán el islam, el cristianismo, el judaísmo y el hinduismo, todos contra el ateísmo. "Invitamos en este programa a los que han dado la espalda a Dios para que se arrepientan. Apelamos a los ateos a que se arrepientan para encontrar la paz", afirma el canal de televisión que emite el programa. El premio es un viaje a los lugares santos de las respectivas confesiones religiosas. (Telemanía. es El reality de los conversos. http://www.telecinco.es/telemania/detail/detail14633.shtml)

El programa Gran Hermano y muchos otros reality shows han emitido en directo romances, escenas eróticas, insultos y peleas entre los participantes, etc. Por ejemplo, la versión británica también ha mostrado ante las cámaras algunos incidentes con tintes racistas, entre ellos, los protagonizados por la fallecida Jade Goody, que se hizo famosa cuando vendió a los medios de comunicación el desarrollo del cáncer de útero que le fue diagnosticado cuando aún participaba en el programa. Ante su previsible fallecimiento, Jade Goody decidió vender la propia muerte, cosa que ocurrió finalmente ante las cámaras.

Sin embargo, este hecho no es nuevo. Lance Loud, uno de los miembros de la familia protagonista del reality show de los años 50, An American Family, decidió que se filmara un documental sobre su muerte, ocurrida en diciembre de 2001 a causa de una hepatitis C que le hizo contraer el SIDA. Tras la emisión de la serie en televisión en los años 50 se había convertido en una estrella mediática y abandonó California para mudarse a Nueva York donde abusó de las drogas y llevó una vida bastante excesiva y desenfrenada. En Nueva York montó su propia banda de música y conoció a personajes como Andy Warhol. A los 50 años fue internado en una clínica y poco después contactó con los realizadores de la serie An American Family para que hicieran un documental sobre su vida aprovechando todo el material de archivo grabado. Su muerte ante la cámara, recogido en el documental Lance Loud, una muerte en directo constituiría un buen broche final y se convirtió en el episodio último de la serie An American Family.

A pesar de que la mayor parte de la gente afirma que no le gustan los reality shows o los califican de programas basura, lo cierto es que gozan de muy buenos índices de audiencia. Quizás no habría que escandalizarse porque existan este tipo de programas, sino porque quizás la telerrealidad refleje “realmente” la sociedad que estamos construyendo o la sociedad en la que estamos inmersos.

En junio de 2006, el programa España Directo emitió a las 18 horas, un vídeo grabado por una de sus reporteras cuando se encontraba en una céntrica plaza madrileña haciendo un reportaje. Al oír unos gritos, la reportera comenzó a filmar y vio que se trataba del apuñalamiento a una joven (un trágico caso de violencia de género). A lo largo del programa, hicieron varias conexiones en directo donde mostraron a los equipos del SAMUR atendiendo a la víctima sin éxito. La policía arrestó ante las cámaras al presunto asesino. En la web del programa ofrecen también las imágenes grabadas por los vecinos.

EL REALITY SHOW VISTO POR EL CINE

El cine ya anticipó los derroteros de la televisión del presente, la deriva de la telerrealidad y los efectos que sobre los propios medios de comunicación y sobre la sociedad en general, iban a tener este tipo de programas.

La muerte en directo (1979) dirigida por Bertrand Tavernier.

Dirigida por Bertrand Tavernier y protagonizada por Romy Schneider, Harvey Keitel, Harry Dean Stanton, Max Von Sydow, Thérèse Liotard, etc. La muerte en directo muestra la perversión social a través de los medios y la total deshumanización a la que conduce un mundo profundamente morboso que demanda cada vez mayores cuotas de sensacionalismo y pornografía. La película se basa en una novela de David G. Compton: The Continuos Catherine Mortenhoe que sitúa la acción entre 1985 y 2000. El argumento principal es el siguiente: Un joven reportero de la cadena de televisión NTV acepta implantarse una cámara en el cerebro con el fin de filmar únicamente a través de la mirada, la enfermedad y muerte en directo de la escritora Catherine Mortenhoe, encarnada por una monumental Rommy Schneider. El programa y la muerte en directo es emitido por todos los canales del mundo.

Como vemos, Tavernier se adelanta a lo que iba a suceder 20 años después, o sea, hoy mismo, con los programas de telerrealidad y los excesos cometidos por los medios televisivos para hurgar en la intimidad y desgracias de las personas (las píldoras que en teoría sirven para curar a la protagonista y que le son proporcionadas por la productora de televisión, son en realidad las que le causarán la muerte). Tampoco deja en buena posición a los espectadores, que se convierten en cómplices de la muerte en directo.

Te lo mereces (1996) corto dirigido por Felipe Jiménez Luna.

En 1996, el director y guionista español Felipe Jiménez Luna realiza el corto Te lo mereces, corto que fue premiado en numerosos festivales por la originalidad del tema que trata, precisamente, sobre los reality shows. http://www.dailymotion.com/video/x69qfe_te-lo-mereces_shortfilms

El guión es casi el mismo que el que un año después, nos mostraría Peter Weir en El Show de Truman. Manolo, invitado al concurso más importante de la historia de la televisión, se queda atónito cuando descubre que su vida es una gran mentira porque ha sido preparada y filmada para el programa de televisión desde su nacimiento, 34 años antes. Sus padres, su mujer, sus hijos, la empresa para la que trabaja, todos son actores contratados y toda su vida ha sido una mentira construida para la emisión del programa. En directo se emiten imágenes de su nacimiento, los primeros escarceos con su novia, su boda, etc. La escena final es un informativo al uso en el que se anuncia la muerte por infarto del protagonista, encarnado por Carlos Iglesias.


Mad City (1997) dirigida por Costa Gavras.

El vigilante de un museo de historia natural (John Travolta) ha sido despedido. Desesperado por recuperar su puesto, comete la estupidez de secuestrar a un grupo de niños que estaban visitando el museo. La presencia casual en el museo de Max Brackett (encarnado por Dusty Hoffman), un veterano reportero en horas bajas, pretende convertir el suceso en una primicia informativa, convirtiéndola en espectáculo informativo y alentado por un periodista sin escrúpulos (Alan Alda).

En este film, Costa Gavras realiza una despiadada crítica hacia la telebasura y la información a cualquier precio. Arremete contra la búsqueda continua del morbo y el sensacionalismo en la televisión, la facilidad con la que los canallas se convierten en héroes y los héroes en canallas, el afán de poder y manipulación de los medios. La película tiene una clara inspiración en El gran carnaval (1951) de Billy Wilder, una de las películas más corrosivas contra los medios de comunicación que ya denunciaba el voyeurismo del público y el ansia de notoriedad y deshumanización del periodismo a cualquier precio, encarnado en un Kirk Douglas sin escrúpulos que, destinado en un pueblo a la espera de la gran noticia, ve la ocasión de contar la gran historia cuando un lugareño ha quedado sepultado en una mina.

El show de Truman (1998) dirigida por Peter Weir.

Comedia dramática y de ciencia-ficción interpretada por Jim Carrey que obtuvo 3 nominaciones a los Oscar (mejor director, mejor actor de reparto (Ed Harris), y mejor guión original.

Jim Carrey encarna a Truman Burblank (el nombre alude a un juego de palabras True man -hombre verdadero-, en inglés) un vendedor de seguros que vive en una comunidad aparentemente feliz. Sin embargo, pronto comienza a darse cuenta de que la realidad en la que vive no es tal, porque lo único real es él mismo. Todo lo demás es fruto de un programa televisión, una ficción ejecutada por actores (protagonistas, secundarios y extras). La isla en la que vive Truman desde hace 30 años (Seahaven) es un inmenso plató de televisión. El programa comenzó con su nacimiento y debería terminar con su muerte. El programa “El show de Truman” es la historia de su vida grabada en tiempo real y escenificada y producida por un monopolio mediático omnipotente que preside Christof, encarnado por un Ed Harris que caracteriza a un dios cruel y a un productor despiadado que mueve todos los hilos de los personajes y de la acción. La persona real de Truman es una propiedad de esta corporación mediática.

La película es una fabulosa metáfora de hacia donde se encaminan los medios de comunicación y hacia donde se dirigen la sociedad del espectáculo y la telerrealidad. Una sociedad banalizada y carente de espíritu crítico que demanda cada vez más morbo, miserias y desgracias ajenas.

Todas las películas anteriores plantean sin tapujos el problema moral de hasta dónde tiene derecho la industria del espectáculo para manipular la vida de la gente con el fin de convertirla en un show y hasta qué punto los espectadores nos convertimos en cómplices.


BIBLIOGRAFÍA

  • BORDIEU, Pierre. Sobre la televisión. Barcelona, Anagrama, 1997.
  • GARCÍA FERNANDEZ, Emilio C. URRERO PEÑA, Guzmán. “La televisión”. En VV.AA. La cultura de la imagen. Madrid, Fragua, 2006.
  • GUBERN, Román. Medios icónicos de masas. Madrid, Historia 16, 1997
  • GANGA GANGA, Rosa María. “El reality show a la hora de la merienda”. Revista Latina de Comunicación Social, núm. 26 febrero de 2000. http://www.monografias.com/trabajos12/talk/talk.shtml

WEBGRAFÍA


LAMARCA LAPUENTE, María Jesús. El reality show en España. Definición, Características, Tipos, Antecedentes y Claves del éxito (Parte I)

LAMARCA LAPUENTE, María Jesús. El reality show en España. Definición, Características, Tipos, Antecedentes y Claves del éxito (Parte II)

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